Los pueblos pagan la injusta gestión del personal sanitario especializado

En los últimos meses vuelven a aparecer en la prensa aragonesa noticias que hacen referencia a la falta de traumatólogos o radiólogos para cubrir las plantillas de hospitales comarcales como el de Jaca o el de Calatayud. La realidad es que en los centros sanitarios más alejados de Zaragoza , como en la casa del pobre, nunca escampa. Es demasiado habitual que falten especialistas en radiología, ginecología, anestesia o traumatología. Ello se traduce en el aumento en la demora para la realización de pruebas, consultas o intervenciones quirúrgicas. Esto último, la lista de espera quirúrgica es lo que más les duele a los responsables sanitarios, sobre todo en períodos electorales. Lo demás se ve que no les preocupa mucho, a juzgar por la voluntad política que ponen en solucionarlo.
Lo grave de todo esto es la mentira que se esconde cuando se dice que faltan especialistas . Y más grave es aún que quienes pagan, como siempre, son los pobres.

Los habitantes de los pueblos que son atendidos por estos hospitales tienen que soportar cómo se les deriva a otros hospitales más alejados . Esto último tiene consecuencias en ocasiones dramáticas. Es el caso de ciertas intervenciones urgentes como la de la fractura de cadera. Los pacientes que son derivados a otros centro desde el hospital de Calatayud, pongamos por caso, sufren un retraso muy importante en la misma. Se sabe que si una fractura de cadera no se opera en los primeros días las posibilidades de que el enfermo sufra numerosas complicaciones y que fallezca aumentan con cada día que pasa en la cama con la cadera rota.
La pregunta es evidente ¿Por qué si una mujer se rompe la cadera en Zaragoza es operada en pocos días y si se la rompe en Calatayud debe esperar más de una semana con el riesgo de morir que ello implica? ¿Tan difícil es solucionar esta grave iniquidad? Lo cierto es que no. Las plantillas de traumatólogos, por seguir con el ejemplo, en los hospitales de Zaragoza no dejan de crecer. En el Hospital Miguel Servet superan los 80 traumatólogos, en el Hospital Clínico son más de 30 y en el Royo Villanova se acercan a 20. En Calatayud son sólo 5 los necesarios para cubrir la plantilla pero actualmente son solo dos los que están ejerciendo. Debido a su escaso número no pueden realizar intervenciones quirúrgicas programadas ni muchas de las urgentes.

Los pescadores que ganan en este río revuelto son los centros privados a los que se derivan las intervenciones que los centros públicos no realizan en el tiempo de espera pactado. Se siguen concertando intervenciones y pruebas con estos centros para no engrosar aún más las listas de espera. Tampoco les va mal a los especialistas de los hospitales de Zaragoza que van a operar a los pacientes de Calatayud, por ejemplo, cobrando un buen extrasueldo con dietas incluídas.

No nos parece justo que el Gobierno de Aragón, último responsable del Servicio Aragonés de Salud atienda de forma tan desigual a los aragoneses de los pueblos cuando se le llena la boca con su discurso a favor del hecho territorial marcado por la dispersión o de las comarcas y diputaciones. Acaben con esta injusticia que divide a los aragoneses en ciudadanos de primera, segunda y tercera clase. Sólo entonces comenzamos a creernos algún día parte de su discurso.

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