¡O todos o ninguno!.

 Páginas solidarias de Aragon

 En 1898 sucedió el desastre que sumió al país en una gran crisis económica, política y moral: la perdida de las últimas colonias, en la que, como ocurre siempre, los que más perdieron fueron los pobres. Pues si los poderosos sin­tieron en sus bolsillos y en la Hacienda Pública la pérdida de aquel sustancio­so mercado ultramarino, los proletarios, además de sufrirlo gravemente en forma de paro y sa­larios más bajos, lo sufrieron también con más miseria, hambre, piojos, tisis…, cuando no con la muerte. Los sol­dados que hicieron la guerra en las colonias obligados, eran los proletarios, ya que los ricos que se beneficiaban con ella podían comprar por un puña­do de duros a un hombre que hiciese en lugar de sus hijos la guerra en Cuba, Filipinas y Puerto Rico.
Las mujeres, las madres de Zaragoza se revelaron contra esta afrenta y alzaron su voz incluso arriesgaron su propia vida, pues alguna mujer se llegó a tirar a las vías para evitar que salieran los trenes con los reservistas.  ¡O todos o ninguno! Ese fue el grito de guerra de las mujeres zaragozanas en 1898 contra la terrible injusticia que significaba el que sus hijos, los de la clase más pobre, fueran a morir a Cuba o a Filipinas, mientras se redimían por dinero (o por procedimientos menos claros) los hijos de los que más alardeaban de patriotismo.

 Otro ejemplo de dignidad de ayer, que nos debe servir para hoy. “En los trances más duros (escribió Antonio Machado muy certeramente) los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo la compra con su sangre y no la mienta” Hoy sigue siendo cierto.

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