Historia del cooperativismo en Aragón

Aragón es cuna de muchas fórmulas comunitarias y autogestionarias en su pasado histórico. Una de ellas es el cooperativismo.

La primera cooperativa histórica fue de consumo y nació en Rochdale, Inglaterra, en 1847. La difusión del cooperativismo en España fue lenta por los avatares políticos. En Aragón apenas hay ensayos a fines del siglo xix. Fernando Garrido Tortosa, en su Introducción a la Historia de las Clases Trabajadoras, señala que con el nombre de «La Igualdad Zaragozana» empieza a funcionar en Zaragoza en 1871 una cooperativa de consumo cuyo «capital al comenzar sus operaciones era de 3.842 reales, y en cincuenta días compró con ellos género por valor de 14.226 y vendió por 16.549, quedándole un beneficio líquido de 1.323 reales. Suma que excede del 34 por 100 de beneficio». Cuando se asientan con mayor fuerza es a principios del siglo xx.
Los sindicatos católicos agrarios y las cajas rurales se empiezan a difundir por la acción de la propaganda católica desde 1902 en adelante. Intervienen destacadas figuras del catolicismo local, como Jordana, Inocencio Jiménez, Joaquín de Pitarque, García Belenguer y el presbítero Elías Ger, que actúan en las tres provincias aragonesas. Se crean cerca del centenar de sindicatos y cajas rurales.

Detenida la expansión de las cooperativas o sindicatos agrarios durante la guerra civil de 1936-39, hay que citar como figuras para cooperativas las empresas comunitarias y autogestionarias que se organizan con inspiración anarquista en el Bajo Aragón. Duran poco, pero puede decirse que su influencia en el estudio de los procesos autogestionarios ha sido muy importante.
Ante las duras condiciones de la vida rural en las décadas 40 y 50, se incrementa la importancia del cooperativismo agrario y sobre los antiguos sindicatos se organizan principalmente bodegas y almazaras cooperativas y secaderos de maíz, llegando incluso en el fin de la década 60 a la organización de centrales hortofrutícolas, con variada fortuna. Las cooperativas de consumo apenas progresan en este tiempo, y hay incluso algún retroceso, con desaparición de veteranas cooperativas, como la «Militar y Civil» de Zaragoza, fundada a principios de siglo. Surgen hacia 1965 las de vivienda, siendo la primera la de Tarazona. En Zaragoza se construyen dos polígonos cooperativos, «La Romareda» y «Balsas de Ebro Viejo», pero encuentran mucha dificultad por la especulación del suelo. En el movimiento de crédito destaca el espectacular desarrollo de la Caja Rural Provincial de Huesca, que consigue situarse entre las cinco primeras de España. En 1963 la Diputación Provincial de Zaragoza crea la Escuela de Gerentes de Cooperativas, todavía en funcionamiento, que cuenta con una editora que ha lanzado más de 60 obras, y con una importante biblioteca especializada.

Ante la crisis económica de finales de los 70, empiezan a destacarse algunas nuevas formulaciones cooperativas, como la Cooperativa de la Pequeña y Mediana Empresa (COPYME), impulsada por un grupo de empresarios, y las cooperativas de trabajo asociado que cuentan con el apoyo de los créditos del Fondo Nacional de Protección al Trabajo. En el sector agrario se inicia, con la transformación de la Utecos de Zaragoza, Huesca y Teruel, un movimiento de integración en entidades de segundo y ulterior grado que habrá de beneficiar sobre todo a la comercialización y exportación de nuestros productos.

• Bibliog.: Costa, J.: Instituciones Jurídicas. Garrido Tortosa, Fernando: Historia de las Clases Trabajadoras; Ed. ZYX, Bilbao, 1971. González Hernández, Vicente: «Notas para la Historia del Cooperativismo»; Rev. Doc. Ed. Coop., n.° 3, C.E.N.E.C., Zaragoza, 1966. Cáritas: Recursos Sociales de Aragón; Ind. Graf. JAR, Zaragoza, 1977. Mateo Blanco, Joaquín: Inocencio Jiménez. La Acción Cooperativa Católica; conferencia de ingreso en la Institución «Fernando el Católico», abril, 1979. Id.: Derecho consuetudinario y economía popular de España; Editorial Soler, Barcelona, 190

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