LA FREGONA Y EL IPHONE

Acabamos de dejar atrás la etapa de la política profesional por excelencia, de la política con mayúsculas. La de la campaña para elegir a 350 diputados y a 208 senadores, marcada esta vez por la austeridad, sin apenas furgonetas con megafonçia proclamando eslóganes y sin profusión de banderolas. La de la ley electoral de 1985 que ampara repartos de poder desproporcionados: no valen lo mismo todos los votos, ni todos los escaños, los hay a 58.229 (PP) y a 228.048 (UPyD). Una ley electoral que curiosamente el PSOE planteaba modificar en esta campaña, cuando ya era tarde y había desperdiciado la oportunidad de hacerlo.
"Javier y Mercedes no saben qué es un asesor, ni un jefe de prensa, ni un escolta. Ni tienen ordenador portátil esperándoles en su asiento."
Los parlamentarios de las Cortes Generales representan el máximo escalafón de la vida pública, el vértice de una pirámide que tiene en su base a políticos con otras motivaciones y con otras misiones. Pocos días antes de iniciarse la campaña conocíamos por las páginas del Herlado de Aragón a Javier Bergua, alcalde de Puente de Montañana, y a la concejala Mercedes José May. Él, fotografiado mientras sacaba la basura del salón social; ella, fegona en mano, limpiando el consulorio médico. Cuando las finanzas públicas ahogan, primero se quedan sin ox´geno los ayuntamientos y si las arcas se vacían, hay que arremangarse, dejando apoyado en la puerta el bastón de mando. Javier y Mercedes no saben qué es un asesor, ni un jefe de prensa, ni un billete de avión gratis. Y cuando se sentaron en un banco corrido en su primer pleno, no les esperaba un Iphone y un ordenador portátil último modelo como a sus señorías. Hay muchos Javier Bergua y muchas Mercedes José May convertidos por arte de las elecciones locales en los manitas de su pueblo, en esforzados voluntarios que sirven para un roto y un descosido, para cambiar una bombilla o para ponerse al volante de la quitanieves. Fiscalizados un día tras otro por sus vecinos, a diferencia de los que rinden cuentas a su circunscripción una vez cada cuatro años. Para que luego digan que todos los políticos son iguales, aunque aprovechados los hay en todas partes. Por Mª José Villanueva.

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