EL MAYOR REGALO SE PODRÁ VER EN ZARAGOZA

RECOMENDABLE. PELÍCULA "EL MAYOR REGALO" estos días en Zaragoza

Estos días podemos ver en Zaragoza una película cargada de vidas impactantes. No soy experto en cine pero como simple consumidor puedo decir que solo el título es ya una proeza: “El mayor regalo”. No creo que haya muchas personas que en sus cartas a los Reyes Magos, o cuando tiran una moneda a una fuente y piensan un deseo, escriban o piensen en recibir perdón. Titular una película sobre el perdón “el mayor regalo” es ya un acto valiente. El mayor regalo puede que pensemos que sea un sueldazo para toda la vida, el gordo de navidad, una plaza de funcionario, un premio fin de carrera, la curación de una enfermedad grave o hasta un casoplón. Si lo pensamos bien es posible que aceptemos que el mayor regalo sea encontrar un amor para siempre o una misión en la vida. Pero -ciertamente- es muy posible que el mayor regalo verdaderamente sea el perdón. Gracias demos con alegría a esta película que nos pone en las narices la radical trascendencia del perdón.
Sobre el perdón hay pensamiento, filosofía, ciencia, realidad, procesos históricos. Donar es dar y es importante. Per-donar es ir más allá. Es más que dar. Es una forma elevada de generosidad. "Ojo por ojo y el mundo acabará ciego" decía Gandhi aclarando que el perdón es imprescindible para la vida.
“El mayor regalo” nos pone delante experiencias de distintos lugares de la geografía mundial y de variado y distinto calado existencial. A mí al menos no todas me dicen lo mismo aunque lo que más me interesa es que nos puede hacer pensar porque nadie vive enteramente una experiencia tan honda como el perdón. No me parece que perdonar -como se dice en una de las experiencias- sea cortar el cordón umbilical con el agresor sino -como hacen otras- abrazarse con el antaño agresor ahora hecho hermano.  
Me parece luminoso cómo se percibe el dinamismo del perdón: “Un día la anestesia (del odio al agresor) no funciona”; o la imagen del colador para la persona que no crece interiormente. 
De las muchas cosas sugerentes una me parece especialmente actual. La cantidad de veces que el perdón procede de mujeres, especialmente de mujeres pobres. ¡Qué limpieza de corazón en las palabras, en las miradas, en los rostros, en los gestos de tantas mujeres iberoamericanas y africanas! Y sin embargo no me gusta cómo aparece aquella gran mujer pobre que fue la Virgen; para perdonar no creo que haya que peregrinar a Medjugorge desde la patria del santuario de Guadalupe. Tampoco creo que la Virgen se esté apareciendo para anunciar genocidios. Esa no es la madre del pueblo ni la que enseñan los Papas. En la película, como no podía ser de otra manera, respecto de Dios y Jesús se expresan con más “riqueza” los pobres que los ricos. Paradojas de la vida cristiana.
No todas las experiencias son iguales pero creo que podemos afirmar que perdonar no es olvidar sino cicatrizar. Perdonar no es mirar para otro lado sino encajar el golpe y convertirlo en amor: dolor convertido en más amor. El perdón hace verdaderas las relaciones y les da solidez. El perdón recibido y ofrecido nos hace verdaderos y humildes. 
Metemos la pata, nos equivocamos, hacemos daño, pisamos y nos pisan. Tenemos muchas veces intenciones limpias pero otras veces las tenemos sucias. Y así vamos creciendo.  Lo hacemos en pequeños actos y también en actos políticos.
Perdonar es amar, es dialogar, es servir, es morir, es resucitar. Como dice una de las frases finales: “es humillarse, no humillar"

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