El movimiento asociativo en Zaragoza y las comunidades cristiana

Fecundidad política de las parroquias de Zaragoza

Decía el famoso lingüista y analista político de tendencia libertaria Noam Chomsky que en su país (EEUU), era tal el pensamiento unificado dominante que eran las parroquias cristianas uno de los pocos reductos en los que se podía cultivar un pensamiento diferente, crítico y libre. Y es que frente la materialismo, el consumismo, el hedonismo  y el clasismo que prácticamente se ha hecho norma en nuestras sociedades occidentales en beneficio de los poderosos de la tierra, las comunidades cristianas son hoy, como en todo totalitarismo, oasis en los que la gratuidad, el sacrificio, la entrega por el otro, la igualdad real… en definitiva, la SOLIDARIDAD, se cultivan y practican. Y es así como a pesar de todas sus carencias, estos ámbitos han sido y son fecundos en multitud de iniciativas de compromiso para crear sociedad e hilvanar tejido asociativo. La Iglesia, con sus parroquias, escribe Javier Urra, defensor el menor,  ha propiciado tradicionalmente el cine, teatro, forum… actividades para jóvenes montañeros, grupos de matrimonios, de familias cristianas, que ha concitado reuniones para la reflexión en base a encuentros, ejercicios espirituales… y ahora ha ido replegándose ante una sociedad que ha cambiado sus hábitos respecto a la espiritualidad (cuando no los ha abandonado). Lo cierto es que pocas redes sociales han sustituido de algún modo el papel que la Iglesia realizaba. Existen ONG e instituciones para la juventud, pero puntuales y dispersas.

Barrio Oliver, en 1953
Lo que contamos aquí muy brevemente son hechos concretos de esa fecundidad social y política de las comunidades parroquiales que sucedió en mi ciudad en la época difícil que va de los años 60 a los 80 del siglo pasado, y que a ciencia cierta sé que sucedió también en la mayoría de pueblos y ciudades de España, por lo que invito a descubrirlo y escribirlo. Es un hecho que el movimiento vecinal asociativo en Zaragoza se creo al amparo de las parroquias, o por iniciativa muchas veces como compromiso de múltiples comunidades cristianas. En una época, en la que la militancia política y sindical había sido desarbolada y cualquier movimiento asociativo con características de lucha era perseguido, la contribución de la Iglesia de manera subsidiaria, con sus instituciones, sus infraestructuras y sobre todo sus personas, fue vital para reconstruir el tejido asociativo, y una vez más construir SOCIEDAD.

Fue así como grupos de personas, aprovechando las rendijas que ofrecía el régimen de Franco (en este caso las Asociaciones de Cabezas de Familia, ACF) fueron creando el que llegó a ser el potente movimiento vecinal zaragozano. Las primeras asociaciones nacen en Zaragoza en 1960 parejas a los graves problemas de los barrios nacientes y pronto se extendieron a toda la ciudad, a las cabeceras de comarca. Otro tanto ocurriría en Huesca y Teruel.

Las casas del barrio de Casablanca carecían en los años 60 de agua corriente, de asfaltado, de alumbrado... Los vecinos comenzaron a organizarse y a reunirse en la parroquia o en los colegios de religiosos de la zona para reivindicar esos servicios. En 1966 se autorizó la primera ACF. En el barrio de Valdefierro los vecinos, en gran medida llegados en masa de la emigración del campo, se organizaban para construir cuatro pareces y un techo, requisito éste último imprescindible para dar al asentamiento la categoría de vivienda e imposibilitar a la autoridad correspondiente el derribo y el desahucio. De madrugada subían los guardias del ayuntamiento y antes de que los vecinos pusieran el tejado tiraban las cuatro paredes, por lo que decidieron organizarse para vigilar. Hoy todavía recuerdan como muchas veces el cura. José Luis Irizar,  era avisado cuando se intentaba desahuciar a alguien y se enfrentaba a los policías con aquellas palabras: “si han de demoler algo tiren la Iglesia”. Hasta el arzobispo Morcillo hizo un esfuerzo por conseguir vivienda digna para los vecinos Ante la problemática de estos barrios, escribió la famosa pastoral “con Dios a los suburbios de Zaragoza”.

La asociación vecinal de el Picarral surge en 1970 en el entorno de la parroquia de Belén en al que venían trabajando desde hacía años un grupo de jesuitas. Una de las primeras acciones de la asociación, junto con Cáritas y la parroquia fue crear la guardería de Belén, un gran logro para el barrio. Un ejemplo más de cómo la sociedad se organiza, décadas antes de que la administración apenas preste atención a esos problemas cotidianos de las familias.

La asociación del barrio de San José se creó en 1973 al amparo de las parroquias de S. Agustín y S. Lino. Cuando el gobernador civil, Ibáñez Trujillo, cerró todas las asociaciones vecinales, se celebró una asamblea en el patio de la Iglesia a la que asistieron unas 5.000 personas. El centro cultural del barrio lleva hoy el nombre de Teodoro Sánchez Punter, por aquellos años secretario de pastoral juvenil de la diócesis y párroco de S. Agustín, donde consiguió “que la parroquia estuviera totalmente abierta al barrio, a sus necesidades, y al compromiso con el mundo obrero”.

La asociación de las Fuentes nace a mediados de 1973  en torno a una comisión gestora de inspiración cristiana. Las primeras reuniones para constituir la asociación de la Almozara se celebraron en diciembre de 1972 en el convento de las monjas de Sta Inés. El barrio Oliver se llamó durante muchos años el barrio del cura (Mosén Oliver). Contribuyeron a crear la asociación de vecinos militantes de la JOC, Cáritas, conferencias de S. Vicente de Paul, grupos juveniles y comunidades cristianas. La asociación del barrio de la Jota nació en 1974 de un grupo de la parroquia. Aún hoy se recuerda la actuación del entonces párroco de San Pío X, Alfonso Milián, actual obispo de Barbastro Monzón. En un barrio con muchas carencias, una de las prioridades fue tener una iglesia y un club juvenil.

En Torrero hay que destacar la labor del capuchino padre Venancio Huarte, primer consiliario de la HOAC zaragozana y que realizó una gran labor por el barrio y por dotar de vivienda digna y condiciones salubres para sus convecinos. El barrio le reconoció su labor con el nombre de una calle. Como recientemente el barrio a inaugurado a una plaza con el nombre de “Angel Liso”, presidente de la HOAC Zaragoza en los años 60 y uno de sus militantes más destacados. El sector de la Paz era el barrio de las chabolas. El padre Damián quiso quedarse con los gitanos del barrio y sus amigos le construyeron una chabola idéntica a la suya. El arzobispo Cantero Cuadrado aprobó en 1968 el primer Secretariado Diocesano para la promoción del pueblo Gitano, del que fue nombrado presidente Antónimo Nieto Gabarre. La asociación organizó cursillos de albañilería, casas para niño regentadas por las monjas. Nieto, y el párroco Cesar Royo recibieron por esas iniciativas la medalla de oro del Trabajo


Y así podríamos seguir con la aportación de las parroquias y los cristianos a refundación de sindicatos y partidos políticos, albergando con hombres e infraestructuras millares de encuentros y reuniones por toda la geografía española. Hasta la anticlerical CNT se reconstituyó en Barcelona en una parroquia del barrio de Sants. Por todo eso, y muchísimo más que se puede indagar en cada localidad,  no es exagerado afirmar que la contribución de la Iglesia a crear Sociedad fue determinante, aunque hoy apenas nadie se lo reconozca. Quizá sea esta la manera de hacer cumplir el mandato evangélico de que no sepa tu mano derecha lo que hace tu izquierda.

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