Nueve de cada diez aragoneses son partidarios de donar sus órganos.

Autora: Claudia Ortín Sancho

En 2011 la actividad de trasplante estuvo por encima de la media y en 2012 puede superarse con creces.

Sin embargo, esto no es una lucha por conseguir las mejores estadísticas. Detrás de cada caso hay en juego muchas vidas.Aragón se encuentra en una situación, como es habitual históricamente, con unos valores de donación superiores a la media nacional. En 2011 la actividad de trasplante se situó en 35,6 donantes por millón de población, una cifra nunca antes lograda en la Comunidad. La solidaridad va en aumento y es que nueve de cada diez aragoneses dicen sí a la donación órganos. No obstante, en este sector no es tan importante hablar de cifras, como de vidas salvadas.

Sin embargo, hay un dato que sí es especialmente relevante. Y es que sólo el año pasado, con los 74 trasplantes de riñón, los 30 de hígado y los siete de corazón, se consiguieron 1.500 años de sobrevida para los pacientes. Los resultados del programa de trasplantes en Aragón son excelentes, lo que quiere decir que estas personas tienen una nueva oportunidad de vivir y cuentan con una expectativa muy larga. El coordinador de Trasplantes de Aragón, José Ignacio Sánchez, presume para este año unas cifras superiores a las de 2011. En este momento hay quince trasplantes renales, tres cardíacos (cuando por estas fechas el año pasado sólo se había realizado uno) y se han efectuado ocho hepáticos frente a los siete que tuvieron lugar en el mismo período del año anterior.

Los aragoneses, asegura Sánchez, “optan a favor de la vida de sus vecinos”. Un acto anónimo y solidario que se convierte en el mejor de los regalos. Pero el programa no sólo permite trasplantar órganos, también se salvan vidas, y muchas, a través de los tejidos. Por ejemplo, una persona ciega, a partir de un trasplante de córnea recupera la vista, algo que interpretan como un “volver a vivir”.
Sánchez subraya que también hay otros tejidos permiten volver a caminar y tratar tumores mediante el trasplante de los huesos tumorosos, “en lugar de recurrir a la amputación, ya que la afección se sustituye por un tejido óseo donado”.

Más habituales
El trasplante más habitual, explica el coordinador de este sector en Aragón, José Ignacio Sánchez, es el de riñón. En el otro lado de la balanza, el trasplante de corazón es el que menos actividad tiene porque, tal y como asevera el doctor, “hay menos enfermos que lo necesitan”.
Además, para que el corazón pueda ser utilizado, los donantes tienen que ser mucho más jóvenes y, en los últimos años, los accidentes de circulación han descendido drásticamente. “Se han salvado muchas vidas, lo que ha hecho que, así como en los años 90 el 90% de los donantes eran víctimas de accidentes de tráfico, en la actualidad el porcentaje se sitúa en menos de un 5%”, indica Sánchez. Los donantes son personas de edades comprendidas entre los 60 y los 65, incluso en ocasiones llegan a los 85 años de edad. Pero esto tiene una explicación científica. Y es que la edad preserva mejor el hígado y los riñones que el corazón, por lo que permite que se puedan realizar un mayor número de trasplantes renales y hepáticos.  Los donantes cardíacos tienen que ser más jóvenes y, por lo tanto, son menos frecuentes. Además, el tratamiento de las enfermedades cardíacas hace que sea menos necesario y menos frecuente.

Tiempos de espera
El tiempo de espera de un órgano varía en función del tipo y de la urgencia. Así, el renal tiene un tiempo de espera mayor que el hepático o el cardíaco. La mitad de las personas que necesitan un riñón lo alcanzan en el primer o segundo año de estar en lista de espera. Sin embargo, la media se realiza en torno a los 50 ó 60 días. A los tres meses de espera el 90% de los pacientes ya están trasplantados.
Con el cardíaco pasa lo mismo. Y es que se encuentra, muy probablemente, dentro de los tiempos más cortos de España y del mundo. “Un aragonés es una de las personas que, en caso de necesitar un trasplante de hígado, tiene más probabilidades de conseguirlo en el mundo y además, conseguirlo en un tiempo más corto”, afirma el doctor Sánchez.

Donación de vivo
El sistema de trasplante de vivo es una modalidad a la que muchas veces hay que recurrir porque cada vez los donantes tienen más edad. La media es bastante elevada y no se debe emplear los órganos mucho mayores que el paciente.
El 30% de los donantes superan los 70 años, son órganos adecuados para personas de una edad similar, pero no para jóvenes de 20 ó 35 años. Cuando el donante se evalúa para ver si es válido, hay que asegurar que tiene un estado de salud que no va a verse empeorado por la donación renal. La extracción se realiza por cirugía laparoscópica, que es mínimamente invasiva, y el paciente sólo tiene que permanecer en el hospital dos o tres días. Por ello, destaca Sánchez, “hace que, en ocasiones, podamos proponer la donación de riñón de vivo a las familias como la mejor opción”.
Hay veces que incluso se puede llegar a realizar antes de entrar en diálisis y el resultado obtenido en cuanto a la durabilidad del órgano es el doble que si se trata de uno obtenido por un fallecido.
Todo eso nos lleva a asegurar que, a nivel nacional, se ha establecido un programa de trasplante renal con donante vivo que va creciendo en Aragón. El año pasado fueron trasplantados con este proceso el 10% de los enfermos.

Así, se trata de un proceso “muy adecuado” porque no repercute en el estado de salud de la persona donante. De esta forma, no va a ver mermada ni calidad ni duración de su vida. “Salvo unas indicaciones y una vida de hábitos saludables, donar un riñón no repercute ni en la calidad de vida ni en la longevidad”, insiste el doctor.
Los datos en Aragón en cuanto a trasplantes son alentadores. El éxito del programa permite que la Comunidad se sitúe en la vanguardia de este sector y no sólo en cuanto órganos, también en tejidos y leche humana. Además, los trasplantes de donante vivo van en aumento y nueve de cada diez aragoneses dicen sí a la donación. Aragón y sus habitantes apuestan por la vida.

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