Un billete de 5


PEQUEÑAS HISTORIAS DE SOLIDARIDAD
La señora tendría ochenta y pico años muy bien llevados, era pequeñita, con el pelo blanco, con ojos azules y limpios, y se abrigaba con un chaquetón de muchos inviernos. La dependienta de la tienda de congelados la saludó y preguntó con una enorme ternura qué deseaba. Después de un rato de duda y de consultar los precios escogió un cuarto de menestra de verdura, cinco croquetas de bacalao y cinco gambas rebozadas. En total: 3.40 euros. Cuando pagó, vi que llevaba un solo billete de 5 euros en el monedero. Mientras ella buscaba el dinero, la dependienta, a hurtadillas, le puso una croqueta y una gamba más. La anciana dando alegremente los buenos días, salió con su bastón y su pequeña bolsa de congelados. La dependienta siguió despachando. Los pocos clientes que allí estábamos nos  miramos en silencio, y en los ojos de un señor de aspecto curtido y con barba me pareció ver una lágrima furtiva. Ante tanta miseria moral que nos rodea, y ante las constantes noticias de quienes se enriquecen indecentemente, creo que la figura de la anciana, de la dependienta e incluso la del señor de la barba consiguen arrojar un poco de dignidad y de aire limpio en nuestra sociedad, y que podamos pensar que todavía no está todo perdido. Federico. Badajoz.

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